Cierto día se declaró un incendio en el bosque
y todos los animales huyeron despavoridos.
Por encima de sus cabezas, una colibrí iba y venía del fuego, una y otra vez.
Los animales más grandes preguntaron a la colibrí qué estaba haciendo.
—Vuelo al lago a por agua para ayudar a apagar las llamas.
Los animales se echaron a reír y exclamaron:
—¡Tú sola no puedes extinguir el incendio!
—Es cierto —contestó la colibrí—, pero estoy aportando mi granito de arena».