Aproximadamente en el año 2002 comenzó la intervención del edificio neoclásico de 1907. Fue inaugurado el 18 de septiembre de 2003. Como una forma de justificar su creación, se le llama en cada momento, el único museo de escultura en su tipo en América Latina. Así nació el Museo Federico Silva Escultura Contemporánea.
Un museo de un artista que nada tenía que ver con San Luis Potosí. Días antes de su inauguración, la promotora cultural Ana Neumann publicó una pequeña inserción en el Sol de San Luis, donde se decía profundamente afectada por la forma , en que según ella, se le margino del proyecto, según esta inserción dirigida a Federico Silva, menciona que sólo la utilizó para llegar al entonces gobernador Fernando Silva Nieto. Quien guste corroborar, sólo es necesario acudir a la hemeroteca, solicitar el mes de septiembre de 2003, específicamente del Sol de San Luis.
Entre la enorme grilla que aconteció por la intervención y supuesta destrucción del edificio que albergó a la escuela primaria tipo “A”, se inauguró el mencionado museo. Vino Federico Silva. Se paseó por San Luis.
La licenciada Regina Boesterly fue su primera directora. En la junta de gobierno, destacaba el empresario minero José Cerrillo Chowell. Todo marchaba bien, salvo que la primera y más fuerte crítica, era precisamente que no se le daba el espacio a los artistas potosinos, según el argumento, no existía alguien con la calidad para exponer en el recinto.
Pasaron los años, termino su ciclo Boesterly y llego una foránea de nombre y triste memoria Minory, estuvo pocos meses, no se pudo adaptar al trabajo y sobre todo quiso imponer condiciones.
Según un supuesto convenio de comodato de la obra de Federico Silva, que mucho mencionan pero casi nadie lo ha visto, se asegura que el director o directora lo tenía que poner el mismísimo Federico Silva, que tal el señor, le construyen un Museo, ni era de San Luis Potosí, y todavía resulta que él tenía que poner al director, que barbaridad, pero bueno, ahora habrá que ver, si la viuda sigue con ese trato tan injusto con los promotores culturales de San Luis Potosí. Al tiempo.
Cuando Minory se va o la corren, nunca se supo a bien que sucedió. Llega el jalisciense Carlos Beltrán. Como ya lo mencionaba, para Federico Silva no había un solo potosino que pudiera o exponer o dirigir el museo. Aunque Regina su primera directora era de San Luis, la verdad , es que lidiar con el señor Silva era una autentica tortura.
Carlos Beltrán impulsado por su directora administrativa, Marisela Moore y por la misma secretaria particular del entonces doctor Fernando Toranzo, Laura Moore Grimaldo pretenden que sea el nuevo Secretario de Cultura, ya que Fernando Carrillo Jiménez y su placa de plástico, fue la burla en los medios de comunicación. Algo imperdonable, hallase visto un gobernador inaugurando una placa de plástico.
Pero como bien dicen, del plato a la boca se cae la sopa, a Beltrán le aparece una noticia en internet, de que en Jalisco estaba denunciado por un supuesto desfalco por varios cientos de miles de pesos, y por lo cual tenía denuncia en proceso. Quien le saco esta información fue un tipo de nombre Aldo, quien quería quedarse como director, finalmente no sucedió que ese sujeto de nombre Aldo, quedara, pero el mal ya estaba hecho, Beltrán se quedó sin ser secretario de Cultura y sin ser director del Museo.
Llega el queretano Enrique Villa Ramírez, con un currículum de funcionario del estado de Querétaro y de la federación, aunque en realidad su trayectoria que le sirvió para ser director del Museo Federico Silva, fue su paso por los medios de comunicación.
Federico Silva visitó nuevamente San Luis Potosí, se entrevistó con el nuevo secretario de Cultura, el corrupto Xavier Alejandro Torres Arpi, el melómano, creyó que con sólo ser secretario impondría al nuevo director del museo. Con la prepotencia que lo caracterizaba, Torres Arpi, cito al maestro Silva en su despacho, y si ninguna educación, lo tuvo esperando más de una hora. Al final, Silva lo amedrentó con el supuesto convenio, de que si el no ponía al director se iba a llevar su obra. Torres Arpi tuvo que ceder. Sin embargo, le hizo la vida difícil al queretano.
Enrique Villa comenzó a padecer a Marisela Moore, y realmente le hizo la vida miserable, quien sabe si era su karma o que pasaría, pero Villa estuvo a punto de renunciar, por el acoso que tenía de Marisela. Tuvo que decirle que iría a presentar su renuncia al gobernador y decirle porque se iba, Marisela sabia que si el gobernador se enteraba que andaba abusando de sus influencia y poder , se metería en un problemón, solo así las aguas se calmaron.
Villa ahí se la ha llevado nadando de muertito, quejándose siempre de que no hay dinero, y diciendo a través de sus alfiles en la junta de gobierno, que tiene poco personal. Vaya pues, agradecido debería de estar, tener trabajo. Pero bueno, la ingratitud así es. Lo hemos mantenido por más de una década. Ya es hora que nuevamente un potosino o potosina, dirija el museo que se paga con nuestros impuestos. Ya mucho le hemos mantenido su capricho al finado señor Silva.
Es hora de que el señor gobernador Ricardo Gallardo Cardona le dé la oportunidad a alguien de San Luis Potosí, y que Villa vaya a llorar a otro lado. Su poca capacidad de gestión, no le permite generar más recursos. En el caso que saquen su cantaleta, de que la familia Silva tiene que poner al director, pues haría bien el señor gobernador Gallardo, de entregarles sus esculturas que ya están más vistas que una película de Cantinflas, y se las lleven a guardar a quien sabe dónde.