El gran evento de baile folklórico de la región.

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Villa de La Paz, S.L.P.- Una verdadera fiesta de color, sonidos y movimientos fue la que se pudo observar el sábado 4 de mayo en la Plaza Centenario de La Paz, San Luis Potosí. Poco más de trescientos bailarines se reunieron para compartir sus coreografías, sus vestuarios y un entusiasmo que conforme avanzó la tarde iba en aumento.

Los grupos estuvieron integrados principalmente por niñas, niños, adolescentes y jóvenes que guiados por maestros del Altiplano como Mario Herrera y Jesús Torres participan en ballets con trayectorias de más de treinta años, como son respectivamente Temachtiani y Coatlicue. Otros, como Xochitini de San Luis potosí rebasan las dos décadas, y Joyas de La Paz doce años, y se presentaron otros de reciente formación que están demostrando su constancia y su perseverancia para la enseñanza dancística en la región.

Otro aspecto que hay que destacar de esta reunión de grupos de bailes folklóricos de México, es que a diferencia de la edición pasada unos trajeron coreografías y regiones nuevas, sobresaliendo la música de Oaxaca.

 Así, Coatlicue presentó una estampa mixteca; el grupo Yulihuani de la Normal del Desierto de Cedral bailó “Jicaritas” de Campeche, que se distinguió porque el grupo tuvo que crear música con el choque de jícaras de guaje; y Joyas de La Paz presentó la siempre vigorosa “Flor de piña”. Y sin duda el grupo Temachtiani, que celebró su aniversario treinta y dos, demostró su magistral habilidad en el zapateado, resultado de una práctica de varias generaciones.

No faltaron los bailes de Veracruz, Chihuahua, San Luis Potosí y Yucatán con la singularidad del ballet del Colegio de Bachilleres, Macuil Xochitl de La Paz, Ballet de la Normal de Matehuala, Grupo de danza Rayenari de la secundaria Zarco de Matehuala y Algarabía Mexicana de Matehuala.

No se puede dejar de mencionar que las mamás del ballet Joyas de La Paz de Fomento Cultural del Norte Potosino, A.C., grupo anfitrión, junto con el equipo operativo, ofrecieron a todos los bailarines, además de todas las facilidades para realizar esta fiesta, una rica comida tradicional con aguas frescas; en tanto que la generosidad de varios de los grupos hacia el público al compartir dulces y pan, entre otros alimentos, hermanaron el fandango.