La interpretación de este refrán es que las precipitaciones de esta época ayudan a tener una buena cosecha. Pero no todos los febreros son buenos. Según Servicio Meteorológico, en los últimos años ha habido una sucesión de febreros pobres en lluvias. En 2023, las precipitaciones del mes alcanzaron la tercera parte de su valor normal. Además, cinco de los últimos seis febreros han sido muy secos.
Esta situación cambió en 2024, con un febrero con más lluvias de lo habitual, pero con un récord de temperaturas altas para ese mes.
Por una seguridad hídrica, cuida el agua.